El poder de los sindicatos magisteriales de México: defensa de derechos, clientelismo, corrupción y chantaje
Las organizaciones sindicales, SNTE y CNTE, han cincelado el rostro de la educación pública, pero también han pervertido su función por los intereses políticos y económicos de sus dirigentes. Es una “prostitución política a cambio de un trato privilegiado”, critican expertos


La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha aumentado su presión contra el Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum al recrudecer esta semana sus amenazas de ir a una huelga indefinida de labores. Uno de los portavoces de ese sindicato, Pedro Hernández Morales, ha dicho que los días propuestos son, en principio, el 1, el 8 o el 15 de mayo. La decisión es una muestra más del rol beligerante que juegan los sindicatos magisteriales de México, que se presentan como guardianes de los derechos laborales, pero detrás de esa imagen se oculta una historia marcada por el clientelismo, la corrupción, la manipulación política y, según expertos en educación, un abandono escandaloso de las causas de su función: la lucha por mejores condiciones de trabajo para maestros y el impulso a una educación de calidad. “Ha sido a través de marchas, paros y de la promesa de la movilización electoral como el sindicato magisterial ha chantajeado a distintos gobiernos para concesiones presupuestales que se dicen ser de educación, pero se desvían para propósitos que no mejoran ni las oportunidades de cobertura ni mucho menos los aprendizajes de los estudiantes”, critica Marco Fernández Martínez, profesor de la Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey e investigador de la iniciativa México Evalúa.
El sindicalista Hernández ha asegurado que la estrategia del CNTE frente al Gobierno de Sheinbaum es “movilización, negociación, movilización” y ha dicho que “esperamos que antes de la fecha del estallamiento del paro podamos retomar el diálogo” con la mandataria, que ha extendido la mano al sindicato para hallar una salida a la principal exigencia del magisterio: la derogación de la ley del ISSSTE de 2007, que modificó gran parte de las condiciones laborales del gremio. “No hay necesidad de movilizaciones, no vamos a aprobar nada que ellos perciban que estamos afectando el desarrollo de su vida profesional y laboral. No estamos haciendo nada contra los maestros”, aseguró la presidenta. La primera demanda de la Coordinadora era retirar una nueva reforma al ISSSTE propuesta por la mandataria porque, afirmaban, empeoraban más sus condiciones laborales. Sheinbaum retiró la iniciativa a inicios de marzo en lo que llamó una disposición abierta al diálogo. Los sindicalistas lo consideraron una gran victoria y afirmaron que iniciaban una nueva “primavera” magisterial y, envalentonados, informaron sobre nuevas formas de presión. De esta manera demostraban el poder y la influencia que han tenido desde los años cuarenta, cuando se creó la primera gran fuerza magisterial del sector: el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Esa organización surgió en 1943 bajo el amparo de gobiernos priistas, que la veía como otro de sus instrumentos de control social, a tal punto de que muchos de sus líderes fueron colocados a dedo por el propio partido. El sindicato creció tanto que se convirtió en uno de los más grandes de América Latina y a la fecha aglutina a más de un millón de trabajadores. Es una estructura vertical, con poca democracia en la toma de decisiones y con un liderazgo que desde siempre ha estado enfocado en la acumulación de poder y privilegios a cambio de apoyo político a los gobernantes. Mientras sus líderes se enriquecían de forma obscena, mantenían controlados a los maestros a cambio de cierta estabilidad laboral. Uno de los ejemplos más claros de corrupción, chantaje y clientelismo lo ha dado la figura de Elba Esther Gordillo, quien manejó las riendas del SNTE por más de dos décadas. Fue acusada de enriquecimiento ilícito, desvío de fondos a paraísos fiscales como Andorra, donde trató de ocultar seis millones de dólares, y por el uso discrecional de recursos del sindicato para fines personales. Apodada La Maestra, Gordillo, de 80 años, fue considerada la mujer más influyente de México durante los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón. Debido a sus trapicheos fue arrestada en 2013, pero más tarde fue liberada.

“Los dirigentes sindicales del SNTE han pactado con los gobiernos. Esa es la esencia del sindicato nacional y es la principal crítica que se le hace, la de venderse los líderes sindicales, sin importar si son gobiernos calificados de neoliberales”, explica Rosalina Romero Gonzaga, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM. “Lo vimos con el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, que también cedió a las presiones del sindicato, que estaba como desactivado durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando a la maestra Gordillo la encarcelaron. Toma el poder un Ejecutivo de izquierda con la idea de echar abajo la que fue mal llamada reforma educativa. Y lo hizo, pero con el apoyo y el regreso de la líder sindical. El tema de la educación se entiende a través del apoyo político del líder sindical, que recibe prebendas para control de las masas”, afirma Romero Gonzaga.
La escisión
El descontento por la corrupción y la falta de democracia interna en el SNTE generó en 1979 un terremoto dentro de esa organización. Los abusos de los líderes hartaron a una parte de su estructura, que decidió escindirse y formar una nueva organización, el CNTE, principalmente con el apoyo de maestros de Oaxaca, Chiapas y Michoacán, Estados que están entre los más pobres y desiguales de México. A pesar de que el discurso original era de transformación, este sindicato también ha sido señalado por viejas prácticas corruptas, como el manejo discrecional de las plazas laborales, tráfico de influencias y trapicheos de sus líderes. “La Coordinadora recupera un terreno que había perdido, porque con el Gobierno de Peña Nieto la neutralizaron y López Obrador la reincorpora en la negociación para lograr también legitimidad de su propio Gobierno”, dice Romero Gonzaga. Ese sindicato organizó protestas, cierres de carreteras y accesos a Ciudad de México y largos paros, que terminaron afectando a los estudiantes debido a la ausencia de clases.
“Lo que hemos visto a lo largo de varias décadas son distintas estrategias como marchas, huelgas, pero también ofrecer movilización política al partido en turno, borrando esta línea que debería de haber entre legítimo representante de los intereses magisteriales y recurrentemente influir y ser incluso autoridad educativa”, explica Marco Fernández Martínez. “No ha habido, sin embargo, acciones realmente destacables a favor de mejorar los aprendizajes de la mayoría de los estudiantes de nuestro país. No vemos una urgencia, por ejemplo, ante un presupuesto realmente muy pequeño de 195 pesos por maestro para la capacitación docente este año. Lamentablemente, la parte laboral se ha privilegiado”, añade.
El último capítulo del manoseo político sindical lo protagonizó Alfonso Cepeda, líder del SNTE, quien recogió su credencial de militancia de Morena, el partido oficialista, y prometió el arrastre de millones de docentes hacia esa organización política a cambio de “un trato de privilegio para los trabajadores de la educación, porque nos lo merecemos”, dijo. Tanto Romero Gonzaga como Fernández Martínez lamentan ese manoseo de la educación para lograr privilegios. “Lo que cambia en términos de la lógica de la prostitución política es defender el apoyo frente a quien tiene el poder. No hay nada nuevo bajo el sol, solamente el cinismo de decir que es algo transformado”, dice el investigador del Tec de Monterrey. “El hecho de que se concedan senadurías es un referente de un mecanismo de control corporativo del Estado. El proyecto educativo se reduce en propuestas muy de corto plazo como cursos o diplomados de superación docente, que más bien tienen un cariz político, sin impactar a la educación, porque es un mecanismo de control de sus agremiados”, lamenta Romero Gonzaga.
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